Durante el apogeo de la sociedad
Ychsma en los valles bajos del Rímac y Lurín (aproximadamente entre los años
1,100 a 1460 de nuestra era) destacaban las famosas “pirámides con rampa” y los
palacios de los curacas, cuyas funciones dentro del engranaje político,
económico y religioso existente entre ambos valles aún son objeto de análisis y
puntos de vista divergentes entre los arqueólogos y estudiosos dedicados a la
investigación de esta zona central costeña del Pacífico suramericano.
En esta línea de investigación,
destacan los interesantes trabajos publicados en los últimos meses por el
arqueólogo Pedro Espinoza Pajuelo y sus planteamientos sobre la dinámica vinculación
que pudo haber existido en esas épocas en el valle bajo del Rímac entre los
grandes complejos arqueológicos de Maranga (específicamente del llamado
“sector extramuros” en el actual distrito limeño de San Miguel), Mateo
Salado (en la zona actualmente correspondiente al Cercado de Lima) y Huantille
(hacia el sur, correspondiente al actual distrito de Magdalena del Mar). Esto
le ha llevado a bautizar este espacio geográfico relativamente restringido de
la margen izquierda de este valle como el “Núcleo Monumental Tardío del Bajo Rímac”,
cuyas características pasamos a comentar a continuación.
Maranga, Mateo Salado y Huantille formaron parte de lo que fue el Curacazgo de Maranga y que abarcaba desde la Av. Faucett hasta la Av. Tingo Maria, y desde la Av. Colonial hasta el acantilado de Maranga.
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